Ilustración: @nina_pudu

Primer lugar

Reunión de pájaros

Hubo una gran reunión de pájaros, alguien había incendiado un gallinero. Se presentaron los tiuques; de manera formal acusaron a los treiles del incendio provocar: «Ellos son violentos, nadie se les puede acercar, con sus gritos escandalosos siempre quieren atacar». «Nosotros no fuimos», respondieron, «nos defendemos de invasores, cuidamos nuestros huevos y el lugar en que vivimos». Llegaron unos pollos, encontraron plumas de treiles en el lugar. Las bandurrias se encargaron de juzgar, y con esa única prueba los mandaron a encarcelar. «¡Esto es un montaje!», se escuchó mientras los llevaban, pero no sirvió de nada, la sentencia estaba dada.

Liliana Contreras Nahuelhual, 30 años, Padre Las Casas.

Ilustración: @planta_planetas

Premio al Mejor Relato en Mapudungún

¡Lay! / ¡Ha muerto!

«¡Awüngelleaimi Chacha! Küme eluwnge, fachantü kañpüle amuayu»– pirki ti Nguz Papai. «Weche wentru, mallma kona reke amutuan»– pirki. «Ngümakilnge ñuke, ngümakilnge». Fampürami ñi makuñ, zoy ñi küme chimpirru tukui. Kizu wiñokintuwlewi. Wallpaimanengerki, kelü kollkopiw rayen tüitüilerki ñi piwke mu. «Umawlen»– pirki ñi rakizuam. «Fütrake weichafe üngümneimu, rafrafkilpe mi trekan Chacha, witrapürange püñen, püñemen may püñen. Tiyuw, konpemum antü puwalu inchu. Rokiñuwnge, alütuwi rüpü». Furitu winkul, kelükelüngi alof. ¡Ay! ¡Püllelepai pu karü püllelepai! Nguz Papai witratui ñi kona, naülonkoingu. Ka mapu, wenu mapu, nome lafken, kürüf mu chi amurkingu.

«¡Desgraciado seas, hijo! Viste tus mejores galas, hoy emprenderemos un viaje», dijo la Eterna Anciana. «He de irme como un joven y orgulloso hombre», dijo él, «no llores, madre mía, no llores». Se vistió con su manta y eligió su más elegante sombrero. Volteó para mirarse a sí mismo. Una multitud le rodeaba y rojos copihues goteaban de su corazón. «Estoy durmiendo», pensó. «Los valerosos weichafe esperan tu llegada, hijo mío, no arrastres el andar; levántate, hijo mío, mi más preciado hijo. Allá donde el sol se esconde es donde debemos llegar. Lleva tus alimentos, el camino es largo». Detrás del cerro se divisaban unas balizas rojas. «¡Ay! ¡Se acercan, los verdes se acercan!» La Eterna Anciana tomó las manos de su amado joven y se dejaron llevar por la muerte. Tal vez se fueron a tierras lejanas, a las tierras de arriba, al otro lado del océano. Quizás se dejaron guiar por el viento.

Paula Pilquinao Coliñir, 32 años, Padre Las Casas.

Ilustración: Deltransitoarostica

Premio al Mejor Relato del Futuro

Eclipse

Dejaban atrás la ciudad de Nueva Araucanía, subiendo la colina, tomados de la mano. Daban pequeños saltos, debido a la baja gravedad. «Ya, empieza, papá.» Una sombra comenzaba a recortar el azul disco suspendido en el cielo. Llegaron a la cima de la colina. Padre e hija observaron en silencio el pequeño círculo negro, justo en el centro del otro círculo azul más grande. La sombra de la luna se dibujaba sobre la tierra. Marzo 10 de 2100. El primer eclipse solar anular desde que la humanidad había abandonado una Tierra moribunda para ir a refugiarse en la Luna.

Carlos Méndez Dumestre, 51 años, Temuco.

Ilustración: Javier Alejandro Neira

Premio al Talento Infantil

La unión forzada

Había una vez una ciudad que se llamaba Nueva Imperial. No era una ciudad conocida en el país de Chile. Un día Nueva Imperial se enteró de que querían ponerle carreteras para unir Temuco y Labranza, y dijo que no. Labranza le dijo: «¿Por qué no, si es grandiosa?». Temuco dijo: «No está tan mal, Nueva Imperial». «No, no insistan, los que vivimos acá estamos bien así». Labranza llamó a Santiago; éste, tan pesado como siempre, le dijo: «¿Para qué me llamas?». Labranza dijo: «¿Puedes convencer a Nueva Imperial?». Santiago vino y sin preguntar los unió con cemento para siempre.

Rafael Melillan Marinao, 10 años, Nueva Imperial.

Ilustración: @nina_pudu

Premio al Talento Joven

La última cena

Los mosquitos se relamen mientras como murtas al lado del camino. Estoy a tres murtas de dejar que me devoren, para que zampen de paso mi psique, de un sorbo mis ganas irracionales de morderme los cueritos de los dedos, y de postre la melancolía con guinda de miedo, que hoy quema mis entrañas. Incluso pueden chupar el plato de momentos cargados e inconformismo. Pero, pienso mientras trago la última murta, dejen el sonido de las bandurrias llamando a la lluvia en mis oídos y el olor a tierra húmeda en mi nariz: la cuenta a pagar por tamaño banquete.

Josefina Coloma Riveros, 17 años, Villarrica.

Ilustración: Deltransitoarostica.

Premio al Talento Mayor.

El viaje

Está despuntando la aurora. Hay que iniciar el viaje. Las calles de Trovolhue van quedando atrás y el camino empieza a subir, culebreando, entre los cerros. Después de unas horas se llega a Alto Yupehue. El sol estival quema y se empieza a sentir en el hombro el peso del saco de lona, cargado con libros, cuadernos, lápices y gomas. Pero ya se ha llegado a la cumbre. Desde lo alto se ve el mar y, entre sus brillantes destellos, la Isla Mocha. En unas horas más el profesor llegará a su escuela y la Isla se verá más cerca.

Luis Viscarra Astudillo, 72 años, Temuco.

Ilustración: @nina_pudu

Mención Honrosa

Niñoperro

Niñoperro vivía en la calle. Un día aspiró bencina y, luego de encender un cigarro, conoció el infierno de su rostro al rojo vivo. Niñoperro lucía su quemadura, mientras pasaba penurias bajo la noche de escarcha. A cielo abierto, Niñoperro veía caer la lluvia. Y tal vez fue el frío de ese invierno el que apuró su partida. Nadie llora a Niñoperro, pero hay quienes afirman que un coro de aullidos se escucha en la noche temuquense y que una jauría desatada ladra cada vez que el pisotón depravado del más fuerte intenta tocar a un niño de la calle.

Vinka Salinas Oñate, 39 años, Temuco.

Ilustración: @planta_planetas

Mención Honrosa

Corazón de lava

Dicen que el corazón del volcán tiene el color del caqui maduro que queda en la planta pelada del otoño, de la jaiba cocida y el merkén. Del pechito de loica. De las ramitas nuevas del maqui y la amanita muscaria del bosque. Del ojo intenso del queltehue y la bandurria. Color del ñachi y la frambuesa jugosa. De la pielcita pegada al piñón. Del atardecer que incendia la nieve en la montaña. De la mancha de mora en los labios. Del piure. Del crujiente copihue y las fucsias rojas silvestres. De los pómulos colorados y felices de mi guagüita.

Carolina González Suhr, 48 años, Temuco.

Ilustración: @planta_planetas

Mención Honrosa

Diyei

Por no tener un mejor lugar donde ir ni nada mejor que hacer, acepta, y la noche del 23 de febrero del 2020 se encarama en el tren con su MacBook y su tornamesa. No sabe bien qué hora es ni dónde está cuando lo suben a una carreta. Se duerme en un rincón, mecido por el galope. Cuando amanece le pasan pan y un trozo de charqui. Tiene frío y se cubre con un poncho húmedo. Comienza a atardecer cuando alguien le ordena que baje y se apure. Es 24 de febrero de 1881 y van a fundar Temuco.

Julio Palma Cisternas, 57 años, Melipeuco.